Es tal su deseo de recibir a Jesús, Pan de Vida, que insiste para recibir la Eucaristía antes de lo usual para la época. Se prepara intensamente para el gran día, 31 de mayo de 1863. Escribirá después:”me es imposible describir la dulzura que experimenté en mi Primera Comunión; apenas recibí a Jesús, me sentí como inmersa en El…me invitaba amorosamente a ofrecerle mi corazón y a pedirle tantas gracias”